Sin autorregulación es muy
difícil que el estudiante pueda validar si el resultado de su proceso de
aprendizaje está produciendo los resultados esperados. El estudiante siempre
tendrá la opción de aprender autónomamente sin que sea necesario que
autorregule lo que está aprendiendo, en este caso sería simplemente un
“aprender por aprender”, sin un propósito claro o un objetivo a lograr gracias
al aprendizaje. El estudiante de esta manera puede dispersar su aprendizaje sin
limitación alguna
Cuando existe autorregulación,
el estudiante se plantea desde el inicio metas de aprendizaje en temas
específicos, pues espera que estos sean de utilidad en algún ámbito de su vida
(profesional, académico, etc.). A medida que va aprendiendo se va
retroalimentando de lo aprendido y evalúa si el proceso ha sido adecuado para
reforzarlo, o por el contrario, implementa controles para corregir las
desviaciones. La autorregulación
es un proceso que garantiza que se alcancen los objetivos del aprendizaje.
El plan de acción debe
contemplar objetivos de aprendizaje que con el pasar del tiempo sean cada vez
más elaborados y profundos, buscando que el aprendizaje alcance un mayor nivel
de complejidad. Adicionalmente debe establecerse unos puntos de
retroalimentación, en los cuales sea posible validar que efectivamente se están
alcanzando las metas inicialmente propuestas. La retroalimentación es clave,
pues es a través de esta que se ejerce la autorregulación cognitiva.
La lúdica
Es a través de la lúdica que
más se aprende, pues al aprender jugando, el ser humano involucra todo su ser y
se dispone por completo a vivir la experiencia del aprendizaje. El juego
facilita que el estudiante asimile mejor los conocimientos, ya sea de forma
inconsciente o tácita. Posteriormente el estudiante, guiado por su tutor o
docente, entra en una etapa de reflexión para identificar qué aprendió y
además, abstraer los conceptos más importantes.
Cuando ocurre algo no
planeado o cuando por diferentes circunstancias emergen hechos no esperados, el
individuo se ve obligado a reconsiderar su actuar, a analizar las razones por
las cuales el resultado difiere del objetivo inicialmente propuesto. De tal
manera que los incidentes críticos se constituyen en un muy efectivo mecanismo
de retroalimentación respecto al desempeño propio, de una organización o
incluso, de un grupo social. Este proceso se conoce como conocimiento de criticidad.
El conocimiento de criticidad
El conocimiento de
criticidad se fortalece, dado que se hace necesario revisar cuidadosamente
varios aspectos: entre ellos podemos destacar un análisis crítico de cada una
de las acciones ejecutadas y la forma como se combinaron los diferentes
recursos (humanos, información, etc.). Igualmente puede llegar a ser
necesario reevaluar los supuestos sobre los cuales se tomaron decisiones o se
establecieron planes y el propósito en sí mismo de la actividad que se
considero ejecutar. De tal manera que no solo obliga a estudiar los resultados sino también a analizar todo el proceso
cognitivo que estuvo detrás de la ejecución.
El
conocimiento de criticidad se hace evidente con el grado de madurez con el cual
el individuo asume el incidente crítico y adquiere esa especial capacidad de
asumir una postura reflexiva respecto a las situaciones vividas y puede
establecer con claridad las razones por la cuales el incidente ocurrió.
Así
mismo, es relevante al observar el comportamiento
del individuo y la configuración de su modelo o modelos mentales, ya sean
propios o compartidos. Dado que no solo es importante identificar el incidente
y reflexionar al respecto, ahora el individuo es más conocedor en la medida en que
actúa en consecuencia con dicho proceso reflexivo. De tal manera que se espera
no solo la interiorización y socialización del conocimiento, además es
importante evidenciar una exteriorización del mismo reflejado en planes
correctivos (ya sea de forma tácita o explícita),
redefinición de los métodos de ejecución de las actividades e incluso, reconsideración
de los objetivos y propósitos de lo que se desea hacer.
Por Frank A. Prieto Pinto
Apreciado Franklin
ResponderEliminarMuchas gracias por esta interesante entrada. Agregaría que no me queda tan claro que los procesos autorregulativos garanticen que se alcancen los objetivos no obstante si creo que ellos facilitan que se logren consolidar diversas competencias y objetivos en los sujetos que aprenden. Es decir esa garantía dependerá mucho de la tarea de autorregulación que cada persona realiza sobre las metas de aprendizaje que se ha propuesto.
Muy bien este nuevo elemento para la discusión que se denomina "conocimiento de criticidad" y que emerge de las experiencias de incidentes críticos que podremos aplicar a nuevas situaciones como nos aporta Alvaro Saladen en su blog
http://comunicacionaprendizajeconocimiento.blogspot.com.es/2011/08/por-que-los-incidentes-criticos.html
Feliz mañana de domingo!
Prof. Mercedes